Nuestro reencuentro con Cerdeña

Después de pasar unos días fondeados en Teulera, bajo la protección de la Mola en Maó, levamos ancla el 30 de Junio con destino a Cerdeña. Dejamos atrás una isla preciosa, con gentes encantadoras y unas fiestas que acabamos de descubrir y a las que seguro volveremos.
Queremos aprovechar los últimos coletazos del viento de NE para acercarnos a Cerdeña.
Y que coletazos…. salimos del resguardo y tenemos una mar formada de dos metros que en poco rato se convierte en tres, todas las olas son más altas que nosotros y algunas rompen con los 24-26 nudos de viento constante y alguna racha que llega a los 30n. Primero ves que la cresta de la ola se torna de un azul turquesa que parece que se pueda ver el fondo (que está a 2000m por debajo nuestro) del mar, luego y por un momento es transparente, para romper con un rugido que si no lo ves venir te asusta. Llevamos dos rizos en la mayor, la trinqueta y abrimos lo justo el génova para equilibrar el velamen y adecuar la velocidad del “Luni” a la de las olas, vamos a entre 6 y 7 nudos en rumbo directo a Carloforte, nuestro puerto de destino.
Escapamos de estas islas con la esperanza de dejar atrás la maldición de los meteorólogos franceses y encontrar por fin “El Verano”, temperaturas agradables que no nos hagan navegar con pantalón largo y forro polar durante el día, aguas cálidas que permitan baños de más de dos minutos sin riesgo de hipotermia….
Llevamos mucho rato navegando a una velocidad rápida y constante, lo que nos da un aterrizaje en Carloforte para mañana sobre las 19h, perfecto para entrar en puerto y tomar una buena pizza!!!. Cenamos a bordo y continuamos corriendo, sobre las 23h y mientras soñamos con nuestra pizza el viento comienza a cesar, al rato tenemos que encender el motor, adiós cena en tierras italianas. La mañana del 1 de Julio el GPS nos dice que pasaremos otra noche a bordo y que podremos desayunar un buen capuccino en una terraza del puerto… Sólo que te ilusiones por algo y el Mediterráneo quiere participar en tu sueño… en este caso con un suave viento de Este, justo en nuestra proa….. ya no queremos ni calcular cuando llegamos. La segunda noche comenzamos a hacer bordos para, ayudados con el motor, intentar aumentar nuestra velocidad.
Finalmente y después de regatear el precio del amarre como es tradición por aquí, con el marinero en su zodiac en la bocana del puerto (35€, 3 veces menos que en cualquier puerto de la Costa Brava) entramos en MarinaTour de Carloforte.
Son las 10 de la mañana del 2 de Julio, esta travesía siempre nos ha costado unas 48 horas.
Aprovechamos ésta entrada en puerto para hacer algunas reparaciones, acabar de limpiar y poner aceite a la teca, ordenarlo todo a bordo, poner un par de lavadoras, comprar comida fresca, reponer el diesel consumido al estilo local (la única gasolinera de la isla cala muy poco, apenas para las motoras y pesqueros, toca hacer lo que en todo el sur de Italia, pedir un carrito de la compra y acercarse andando a alguna gasolinera del pueblo con bidones…) y, también, llenar los depósitos de agua dulce.
Descubrimos dos sitios excelentes para reponer fuerzas, muy recomendables si alguien se acerca por estos lugares:
- Ristorante “da Andrea”, Osteria della Tonnara. Es época de Atunes y todo lo que comemos es excelente, el trato genial y a un precio muy correcto.
- El Aeroplano. Con una decoración original y unas hamburguesas increíbles. Son también muy amables
Después de reponer proteinas, descansar y ducharnos sin restricciones de agua corriente el 4 de Julio salimos rumbo sur, el viento de 18 nudos nos empuja por la aleta y Lune de Miel corre a 6-7 nudos.
Hace algo más de calor, esto va mejorando, tiramos las líneas de pesca, otro punto que debe mejorar, llevamos 600 millas arrastrando el sedal y no hemos sacado ni un calcetín…
Doblamos el Capo Sperone, al sur de la Isola de Antioco, encontramos viento más fuerte y algo de ola. Enfilamos entre Isola de la Vaca e Isola del Toro, dos majestuosas rocas que emergen de las aguas. Un monton de boyas con artes de pesca locales, parece el sitio perfecto para estrenarnos… De repente vemos aletas y un par de delfines se acercan a nosotros, el resto se quedan merodeando las boyas, tienen más hambre que ganas de jugar con nosotros. A nuestra proa llegan los dos Mulares, tienen más de tres metros, son gigantes pero se mueven con gracia de un lado a otro e incluso hacen algún salto. Uno se queda a nuestro babor, se inclina un poco y está un rato mirándonos con su gran ojo negro, ¿que pensará de dos personas que le llaman a gritos y mueven los brazos para que salte?
Al otro lado del Golfo di Palma vemos nuestro siguiente objetivo, el Capo Teulada, una mole negra rodeada de borreguillos, esto quiere decir que tendremos algo más de viento, todavía. Nos ponemos en popa redonda y A Orejas de Burro, Mila a la rueda (ya que alguna guiñada ha sido fuerte y no queremos romper nada; Mª Carmen, no te preocupes, sigo bien) y yo con la escota de la mayor en la mano por si la mayor decide cambiar de amura, comenzamos a correr entre 7-8nudos…. Más rápido de lo previsto llegamos al Capo Teulada, lo doblamos y para remontar hasta Zaferano arriamos las velas, aquí el viento ya está muy fuerte, justo en la proa y queremos llegar pronto para cenar contemplando la puesta de sol. Dos millas al norte y a 4 metros de profundidad tiramos el ancla en la bonita y deshabitada playa de arenas blancas.
Es la playa dónde nos refugiamos el año pasado de un viento de Norte todavía más fuerte. En invierno la utilizan los militares para sus juegos de guerra y en verano es una bonita playa “tropical” en la que no hay ni cobertura de teléfono. La temperatura es algo más alta pero el agua continúa estando fría. Nos bañamos y justo al lado del ancla, dónde el año pasado encontrara un pulpo, hay un “misil”…. no entiendo del tema pero me tranquiliza ver que la cabeza está desenroscada. Por si las moscas no lo toco…

Dos días más tarde, descansados y con una buena previsión meteo, levamos ancla y ponemos rumbo a Sicilia. No sin antes pasar por ese bonitro trozo de costa que va de Teulada a Pula pasando por la Isola Rosa y otros bonitos rincones. Sólo por navegar de Carloforte hasta Capo Carbonara vale la pena el salto a Cerdeña.

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